09 septiembre 2006

Chile y el fascismo

El acercamiento al conocimiento de los regímenes fascistas en América Latina, lo tuve desde temprana edad. Asistía a una escuela donde la mayoría de mis compañeros eran hijos de refugiados y exiliados, unos venían de Chile, otros de Guatemala (ellos escapando de la guerrilla) y algunos más de Argentina. Sus padres venían huyendo del terror de sus países, artistas, médicos, profesores universitarios, todos corriendo con la suerte de seguir vivos, pero con cicatrices que aún no creo que hayan sanado. Desde ahí, sin saber a cierta qué pasaba en el mundo; presentía que algo doloroso sucedía.

En mi casa es prioridad la lectura; tengo la fortuna de tener siempre material recreativo en mis manos. Así era también en casa de mi abuela, donde jamás faltaban libros; seguramente ahí fue donde me encontré un tomo de algún cuento de Mario Benedetti. Siempre leí cosas que no eran para “mi edad” con tal de no aburrirme.; estas lecturas me dejaban una gran mortificación; temas como el exilio, la nostalgia y la tortura eran muy fuertes para mi joven y sensible corazón; trasladaba estas impresiones al mundo onírico, no me libré de fatales pesadillas. Este fue mi segundo acercamiento al fascismo latinoamericano: los crudos cuentos de Mario Benedetti.

Con esos antecedentes, siempre he tenido miedo a la milicia y a la policía, los percibo como instrumentos macabros del poder, no puedo controlar esa sensación.

Ayer (cosas del destino) cayó en mis manos un libro titulado “Chile: legisla el fascismo” de P. Grisháev y S. Chibiriáev., donde se narra toda la ignominia del golpe militar pinochetista y el régimen de terror durante sus primeros años.


Lo sucedido en Chile, de ninguna manera es copia al calca del golpe institucional que en México acaba de asestar el PAN; pero sí creo que comparten ciertos matices; la derecha se conduce en cualquier contexto con dos medios: el terror y el aplastamiento psicológico.

Durante la contienda electoral en Chile narran Grisháev y Chibiriáev “… los adversarios políticos de la Unidad Popular (coalición del entonces candidato Salvador Allende) actuaron de modo diferente. Desarrollaron su campaña electoral de 1970 con un torpe menosprecio de los principios de Estado de Derecho, que se manifestó en una serie de actos de violencia de los derechistas contra los partidarios de la Unidad Popular. Para alcanzar sus aspiraciones de conducir al país, los reaccionarios recurrieron preferentemente a la violencia y a la presión psicológica sobre las masas.”

Las fuerzas derechistas se aliaron con monopolios extranjeros y con los servicios de inteligencia de Estados Unidos, dedicándose desaforadamente a obstaculizar la victoria de Salvador Allende; “Para lograr estos objetivos fueron muy importantes los grandes subsidios desde el extranjero a los adversarios políticos de Salvador Allende. Con estos medios recibidos se desarrolló una furiosa campaña, incluyendo el amplio empleo de la intimidación, del terror y de otros métodos violentos contra la Unidad Popular y sus partidarios”.

Las elecciones, igual que en México, fueron muy cerradas, entonces el descrédito a través de estos medios se exacerbó en el tiempo que el Congreso chileno tendría que elegir al presidente.

Cuando el golpe de Estado se consumó, la Junta de Pinochet trató de justificar la usurpación a través de criterios “ideológicos” y “jurídicos”, apoyados también por la mayoría opositora en el Congreso.

Los empresarios dueños de monopolios, tuvieron un papel importante en el nuevo régimen, contribuyeron a fortalecer propaganda dirigida a desmoralizar las filas del movimiento progresista y a falsificar sus objetivos y métodos.

La Corte chilena llevó agua al molino del usurpador; sentenció que el Gobierno de Salvador Allende había dejado de ser legal. Uno a uno puso su granito de arena para dar apariencia de legalidad al espurio.

La historia desgarradora de ese país durante años padeció:

Organos especiales de ejecución del terror y aplastamiento psicológico del pueblo

Detenciones, arrestos, secuestros, desaparición sistemática de personas y torturas.

Destierro del país y privación de la ciudadanía.

Cercenamiento de la libertad intelectual a través de los órganos de control.

Ofensiva a los derechos sindicales.


Este fue el tercer acercamiento al fascismo latinoamericano en mi vida: la lectura de la valiosa obra documental de Grisháev y Chibiriáev. Esta obra de denuncia, data de 1980; estamos en 2006 y Pinochet, siendo uno de los más grandes carniceros de la historia, jamás pagó materialmente por sus crímenes.

Sólo espero no tener un cuarto acercamiento, ni que este sea en carne propia; en México nos gobierna la “reacción” y el miedo ya está sembrado, ¿qué seguirá?.