30 junio 2006

Felipillo, el elitista

Desde ayer estoy tratando de postear este artículo que me conmovió, pero no sé que pasaba en el servidor de blogger, tal vez era un compló para que no lo publicara.

(fuente: www.redciudadanaeuropea.be )

EL ARCHIPIELAGO GULAG DEL PAN

En su columna del Diario Reforma (27/06) la escritora Gudalupe Loaeza pregunta ¿Cómo es posible que Felipe Calderón un candidato a la Presidencia de un país tan pobre como el nuestro no se refiera a su pobreza? En el segundo debate no mencionó ni una sola vez la palabra “pobreza”.

Yo me pregunto desde hace años ¿Cómo es posible que un país donde al menos 90 % de los habitantes tenemos sangre indígena (según el Factbook de la CIA 60% de los mexicanos somos mestizos y 30% “amerindios”) ni en los Estatutos ni en los Principios vigentes del PAN se menciona una sola vez la palabra “indígena”. En la Plataforma Política Electoral del PAN el tema relacionado a los indígenas inicia en el punto número 234. Menos mal que no lo olvidaron, porque los votos de los indígenas tambien cuentan. Tales documentos ignoran la existencia, y el derecho de identidad de los diversos grupos indígenas de México. Como se comprueba en los Estatutos adoptados por el PAN en el 2004: “Nación tiene como pueblo Iberoamericano, producto de unificación racial y ligado esencialmente a la gran comunidad de historia y de cultura que forman las Naciones Hispánicas”. ¿Donde quedan los indígenas dentro de la nación a la que pretende el PAN? En los Principios del PAN (2002) se ratifica: “La Nación mexicana es una realidad viva, abierta, multicultural y pluriétnica”. Aunque ambos enunciados sean contradictorios, porque uno habla de unidad y otro de diversidad se omite la existencia de los grupos indígenas. El adjetivo pluriétnico no incluye necesariamente “lo indígena”. En México viven grupos que no son autóctonos y que tienen todas las características de grupos étnicos de acuerdo a las definiciones mas ortodoxas “Un grupo étnico es una población humana cuyos miembros se identifican unos con otros, generalmente basados en la genealogía o ascendencia común y estan unidos por prácticas culturales, de comportamiento, linguísticas y religiosas comunes (Smith, 1986). Así, esa definición es perfectamente aplicable a los menonitas, a los judíos y otros grupos que radican en nuestro país pero no explícitamente a los indígenas. Más que una casualidad esto parece ser una política sigilosa y delicadamente continuada. Basta con leer dos de los puntos referentes a “lo indígena” dentro del programa electoral del PAN:

236. Diseñaremos políticas de preservación de las áreas naturales dentro del territorio de los pueblos indígenas y clarificaremos sus linderos, haciendo énfasis al mismo tiempo en la cooperación para que sus tierras comunales sean mejor aprovechadas de acuerdo con los derechos que tiene sobre ellas.

238. Estableceremos mecanismos que garantice que el ejercicio de los usos y costumbres de los pueblos indígenas no atente contra los derechos humanos.

Ambos son condicionales, relativos a derechos y criterios que no dependen de los propios indígenas, volviéndolos objetos de las demarcaciones y límites de derechos establecidos por otros. Algo que quisiera pensar es un descuido en el estilo de redacción más que un indicio de exclusión, de gobierno con “mano dura”. El punto 238 es sobrante, porque ya esta estipulado en la la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos para la población en general. Lo que resultaría una novedad sería la aplicacion de normativas o leyes especiales que discriminatoriamente regulen la conducta de sólo ciertos grupos contradiciendo al artículo 1º.
Alexander Solyenitsin denunciaba en su galardonado relato “Un día en la vida de Iván Denísovich” las vejaciones de aquéllos que son víctimas de un gobierno de mano dura. De aquéllos que son aislados y cuyos derechos son demarcados por linderos y cuyos usos y constumbres atentan contra los intereses del partido en el poder. Aquéllos que viven en un Archipiélago GULAG. Ya en una nota del diario El Universal (10/06) se hacía denuncia de la aplicación de tal política por parte del equipo de Felipe Calderón: http://www.eluniversal.com.mx/nacion/139295.html

“Antes, con los mazahuas y frente al candidato (Felipe Calderón), se cometió un acto de discriminación contra la candidata panista a diputada federal, Marcelina Castillo de la Cruz. La aguerrida mujer indígena no tuvo ni un panfleto de propaganda propia, en el mitin en el cual los aspirantes mestizos eran anunciados en grandes pancartas y carteles.”
En gran medida, las propuestas de los candidatos panistas se centran en la supuesta necesidad de un estado policíaco, consigna típica de los gobiernos totalitarios, que con el pretexto de la seguridad, alegan que se necesita es “mano dura” pero en realidad lo que persiguen es eliminar la disidencia y proteger los intereses de los “privilegiados” creando un archipiélago GULAG, un mundo que de facto ya existe en México, en donde distintos sectores de la población vivimos en “islas” pertenecientes a continentes separados. Pero ahora ya hay quien se atreve a prometer su institucionalización haciendo una mezcla de Politica Interior y Seguridad Nacional bajo mando superior único (Programa Electoral del PAN):

310. Transformaremos a la Secretaría de Seguridad Pública en una Secretaría del Interior responsable de la política criminal y encargada de la coordinación y el mando de las policías federales.

311. Unificaremos todas las policías federales del país para que con un sólo mando superior coordinen sus acciones de prevención, investigación y persecución de delitos.

Gabriel B. Aragón